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David Saavedra recomienda "Calles que fueron nuestras"
El periodista y crítico musical David Saavedra comenta su lectura de "Calles que fueron nuestras":
Biografía en paralelo de las carreras de Jarvis Cocker y Richard Hawley poniendo el protagonismo en algo que siempre me encanta, las referencias psicogeográficas a lugares de la ciudad de Sheffield como microcosmos en el que sus canciones alcanzaron la universalidad. Vicedo no da puntada sin hilo en este exhaustivo repaso a ambas trayectorias.
Mackey, Pulp, Hawley
Ayer, 2 de marzo de 2023, falleció Steve Mackey. Su encuentro con Jarvis Cocker cuando ambos vivían temporalmente en Londres propició su entrada en Pulp y el inicio de los años gloriosos de la banda. Fue también el amigo que rescató a Richard Hawley, invitándole a unirse a Pulp como músico de directo y le animó a iniciar su carrera en solitario.
La llamada a Hawley forma parte del Capítulo 9, titulado "El Sol sale a menudo".
TOCANDO FONDO PARA SALIR A RESPIRAR.
Dime, ¿en qué consiste
el éxito? Dime, ¿qué has visto allá arriba? ¿Es lo que cuentan todos: drogas,
chicas y dinero para quemar? Sí, he oído que es eso y que tú no lo quisiste.
Que te bajaste a tiempo de esa montaña rusa, que dijiste que solo un tarado
puede pensar que ser una estrella del pop es algo bueno. Jarvis Cocker también
se dio cuenta, igual que tú. Debe ser cosa del aire que se respira en
Sheffield. Antes que a él le sucedió a Russell Senior. No sois normales, no me
digas que sí. A la gente le entusiasma eso, se les ve inflados como sapos,
disfrutando de ese lugar en la cumbre al que han llegado fácilmente. No nos
engañemos, por mucho que uno lo pelee, esto no es como trabajar en una fábrica.
Esto no es lo que hacía tu padre, dejarse la piel todas las horas del día en
una fundición, sudando como solo se suda cuando estás cerca de un horno. Esto,
aunque te lo trabajes no es lo mismo. Y de repente tienes lo que nunca tuvo tu
padre, y en cantidades que no podrías haber imaginado. Pero dices que no y te
bajas. Por cierto, ¿cómo se hace para bajar de una montaña rusa que está en
marcha? Me lo tendrás que contar, porque tú lo hiciste. Vale que de haber
seguido allí habrías muerto. Lo dices y yo lo creo. Si Longpigs hubieran
seguido adelante y tú con ellos, no estarías vivo. Demasiado alcohol,
demasiadas drogas. Y esa llamada de Steve Mackey, tu viejo compañero de
escuela, te salvó. Encontraste en Pulp más que un refugio, más que una tabla de
salvación, encontraste a unas personas que habían pasado por lo mismo que tú
estabas pasando. Se dice que alguno había estado enganchado a la heroína. El
caballo estaba haciendo muchas carreras en Sheffield desde que cerraron las
fábricas y los camellos se multiplicaron; todos los suburbios tenían problemas,
y en las ciudades satélite era peor: Catcliffe, Rotherham, la heroína se había
adueñado de la escena, se había convertido en algo ordinario, era algo
terrorífico. Tú no caíste en eso, no formaba parte de la ecuación, dices. Pero
de todo lo demás sabes bastante, de joven te enredaste en lo que tenías a mano:
setas, ácido, speed, es lo que hay cuando no tienes otra cosa que hacer. Y la cocaína, la dama blanca no era de tu
ambiente, pero la línea era tan fácil de cruzar. Lo dejaste ya, solo canutos y
cerveza. Porque te llamó Mackey. Te gusta bromear diciendo que te invitaron
porque eras la única persona “común” que conocían. Pero la realidad es que eras
el guitarrista más grande que conocían, alguien de quien se decía que era capaz
de tocar ‘All Along The Watchtower’ mejor que Hendrix. Alguien a quien Russell
Senior pedía consejo cuando quería comprar una guitarra, capaz de conseguir una
rebaja en el precio al detectar el año de fabricación por el tipo de madera
utilizada. Y con ellos encontraste la paz, con Jarvis Cocker, que había visto
el reverso del éxito y lo había vomitado en “This Is Hardcore”, con una banda
que se iba a despedir con un álbum titulado “We Love Life”. Tu romance con los
excesos del rock había terminado. Habías visto lo difícil que era tomar las
cosas en serio cuando la gente que te rodea y tú mismo estáis permanentemente
borrachos. Con Pulp todo parecía ser diferente, divertido, Jarvis estaba
relajado y la gira de “We Love Life” fue bucólica. Y entonces, después de no
haber prestado demasiada atención a las advertencias de tu mujer, tu padre, tus
amigos, solo entonces supiste que estabas a salvo.
Adiós a The Leadmill
Sheffield y Manchester
Insurrección
Must I evolve?
JARV IS es un proyecto más, que sucede a las muchas versiones de esa banda evolutiva que fue Pulp, y a Relaxed Muscle, y a su etapa en solitario, y a la sorprendente colaboración con Chilly Gonzales. Jarvis Cocker necesita moverse, estar en permanente búsqueda, pero siempre es reconocible. En cada proyecto está el germen del siguiente, en cada nuevo paso están incorporados los anteriores. Como sucedía con Bowie, a quien tanto admira. Hay mucho Bowie en Jarvis, también en JARV IS, esa idea que nació en el frío invierno islandés y que rezuma Sheffield por los cuatro costados. Dos de las canciones, "Must I Evolve?" y "Sometimes I Am A Pharaoh" están grabadas en la caverna del Peak District, a un cuarto hora del centro de la ciudad. En ese mismo lugar, también conocido como Devil's Arse, en la villa de Castleton, su amigo Richard Hawley ha registrado dos discos en directo. A Jarvis la caverna le da pie a algo más que música: es el entorno perfecto para reflexionar sobre la vida, sobre el ser humano, sobre él mismo. Jarvis ya no es el muchacho larguirucho que llevó a Pulp a los cielos. Jarvis tiene mi edad, año más, año menos.
"¿Debo evolucionar?", es la pregunta. Jarvis retrocede en la noche de los tiempos, al estallido primigenio, a las células de las que surgimos, y en un giro magistral lo conecta con el trance tribal de las "raves" de los ochenta. La pregunta encierra todos los niveles, el personal, el colectivo, y también el musical. ¿Es este JARV IS una mutación, un paso adelante evolutivo de Jarvis? Si pensamos que nunca se estancó desde aquel lejano primer disco de Pulp, no lo va a hacer ahora. Pero ¿dónde está esa diferencia? Las huellas de "This is Hardcore" están aquí, y eso significa remontarse a un disco del siglo pasado. La presencia de Jason Buckle, con quien montó aquella gozada de electro-pop que fue Relaxed Muscle, habla también de una línea de perceptible continuidad. Los textos de Jarvis, más allá de la reflexión que actúa como catalizadora, no abandonan lugares ya explorados, como la claustrofóbica situación de "House Music All Night Long", un sentimiento recurrente desde el subtítulo del disco "Freaks": ten stories about power, claustrophobia, suffocation and holding hands. O el costumbrismo salpicado de urgencia sexual que alimenta toda su obra y que aparece nítidamente en "Swanky Modes". Y sin embargo hay algo que asoma, una forma diferente, otro enfoque.
Sutilmente se puede descubrir su evolución en esa suplantación del último Cohen que es "Save the Whale", y resulta más definida en la mimetización con Bowie en "Sometimes I Am Pharaoh". Jarvis utiliza mimbres ajenos para hacer su propia cesta, y aprovecha su característico recitado / cantado para moverse a un espacio en el que sin dejar de ser suyo hay otra luz: es en esa canción que por primera vez formula en público en Barcelona, "Children of The Echo" donde se manifiesta el paso hacia otra dimensión que, si sigue proyectándose hacia el futuro, nos mostrará el nuevo estadio evolutivo de Jarvis. De momento esto es solo una gloriosa transición, un formidable suceso de un artista en su plena madurez. "Siempre pensé que hay mucho por aprender / Pero el eco se desvanece y disminuye su retorno". Son los últimos versos de un disco que se desplaza más allá de las barreras, más allá de la pálida comodidad. "Beyond The Pale".